viernes, 9 de marzo de 2012

Lealtad a una causa de paja

Ésta es una página dedicada al ocio, pero también a la cultura. Hoy toca ponerse algo filosófica, se avisa de antemano.

Te entra una extraña sensación cuando descubres que has puesto tu lealtad en una causa de paja. Esto ocurre cuando adviertes que ser fiel a algo que no es tuyo, o a alguien que no seas tú es un riesgo, además de una franqueza "descarada".

Pues bien, llega ese día, en mi caso el de hoy, en que, "hablando in abstracto", esa "cruzada" es la que te embarcaste pletórica de convicción,y asimismo impulsada por una fuerza difícilmente resistible, no existe . Entonces surge la inevitable pregunta: ¿Por qué he apostado tanto por algo que no era estrictamente concerniente a mi persona?. ¿Por ese estúpido quijotismo tan español, o mejor dicho, tan mío (todos tenemos algo de "salvadores frustrados", qué duda cabe)? ¿Por que tal vez hice una generalización abstracta desconectada de la realidad, y me quedé algo miope ante las demandas del día a día? ¿Tal vez me solidaricé porque la persona a la que apoyé reaccionó ante una situación x como yo misma debí reaccionar en su día y no lo hice?

Una no quiere creer la realidad, porque te golpea demasiado duro. Prefieres pensar que existen los grandes valores, agrupados todos ellos como las altas estrellas del firmamento, en constelaciones rutilantes y luminosas.


Porque cuesta admitir que el ser humano por naturaleza es inconmensurablemente egoísta y utilitarista(valga por esta vez el sonsonete).

Pero lo fundamental es que te has olvidado de ser fiel a ti mismo. Igual que la caridad bien entendida empieza por uno mismo. La primera persona a la que debes ser leal eres tú. Nadie va a mirar por ti como no seas tú mismo. La mejor forma de resolver tus asuntos es cogerlos con tus propias manos, y no soltarlos hasta arreglarlos. Sólo los tuyos. Qué mejor colofón que la cita entresacada del inmortal "Hamlet": " Sé fiel a ti mismo". Leed más abajo, y hallaréis una perla de la sabiduría:


POLONIO

¿Aún aquí, Laertes? ¡Por Dios, a bordo, a bordo!


El viento ya ha hinchado tus velas, y están esperándote.

Llévate mi bendición
y graba en tu memoria estos principios:
no le prestes lengua al pensamiento,
ni lo pongas por obra si es impropio.
Sé sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu mano agasajando
al primer conocido que te llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas,
haz que tu adversario se guarde de ti.
A todos presta oídos; tu voz, a pocos.
Escucha el juicio de todos, y guárdate el tuyo.


Viste cuan fino permita tu bolsa,
mas no estrafalario; elegante, no chillón,
pues el traje suele revelar al hombre,
y los franceses de rango y calidad
son de suma distinción a este respecto.


Ni tomes ni des prestado, pues dando
se suele perder préstamo y amigo,
y tomando se vicia la buena economía.
Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo,
pues de ello se sigue, como el día a la noche, que no podrás ser falso con nadie.

Adiós. Mi bendición madure esto en ti.


Artículo escrito el 31 de mayo de 2007

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